Esta serie invita a realizar un viaje introspectivo a nuestro lado más siniestro, si amigos, hacia esos momentos en los que no sentimos para bien o para mal, y simplemente nos guiamos por un código.
Esta experiencia la podemos compartir con Dexter el protagonista de esta serie, el psicópata sanguinario, incapaz de reprimir su sed de sangre, simplemente trata de reconducirla, matando a asesinos en serie, haciendo a veces el trabajo de un castigador. Los guionistas juegan con los telespectadores, haciendo de Dexter un policía, una ventaja para alguien que persigue a criminales.
A pesar de su trastorno, debe lealtad a su hermana y hacia alguna pareja sentimental, un acto de voluntad que le engrandece, ya que está por encima de sentimientos o apetencias, es voluntad pura. ¿Qué significa esto? ¿qué podemos aprender? bien, para empezar, querer a una persona no es un sentimiento, sino un acto de voluntad por encima del capricho de Eros y Afrodita, es valorar a la otra persona por lo que es, y en ese valorar nos conmovemos, bueno Dexter no.
El particular dilema moral, en el que se mueve la serie lo voy a afrontar; la pena de muerte, el perdón y la redención.
Un asesino en serie que disfruta matando ¿tiene derecho al perdón? ¿puede rehabilitarse? ¿hasta qué punto es razonable creer en su redención y cambio? personalmente creo que estas cuestiones no se debaten a fondo, siempre se parte de un prejuicio: todo condenado tiene derecho a la reinserción. Yo no estoy de acuerdo en este a priori, ese don, a mi juicio el reo con las manos manchadas de sangre, se lo tiene que ganar. Pero ¿y en los casos que sea imposible la rehabilitación? ¿qué hacemos con estos depredadores? Esas preguntas las dejo que las respondan los lectores, hasta aquí puedo escribir, lo demás sería tensar más la cuerda.
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